Carlos Sainz llegó a Bahrein imbuido en una atmósfera atiborrada de polémica. El cruce de declaraciones que mantuvo con su compañero de equipo, Max Verstappen, tras el Gran Premio de Australia en un tono cuanto menos ameno, hicieron del Circuito de Sakhir el escenario idóneo para demostrar, in situ, quien de los dos es mejor piloto y zanjar el tema por el momento. Lance que finalmente no se pudo ver, al menos durante la disputa de la carrera, porque cabe destacar que el holandés se llevó la palma en la sesión clasificatoria.
El culpable de privar a los aficionados, y al propio Sainz, del atractivo duelo fue Sergio Pérez, quien pinchó uno de los neumáticos traseros del español con el alerón delantero de su Force India, obligándolo a parar en boxes y, de esta forma, perder toda opción de cuajar una buena carrera. No obstante, las desventuras del madrileño no se quedaron ahí, ya que la segunda parada que hizo en boxes también le acarrearía un buen saco de segundos. Esta vez la culpa fue de sus mecánicos, a los que se les cayó su coche del gato trasero durante el pit stop. De nuevo en pista y sin opciones de rascar puntos, Sainz decidió poner fin a su desafortunada actuación volviendo al garaje de manera definitiva.
"Al final la carrera fue un desastre. Estaba protegiéndome de un McLaren, lo cubrí bien y, de repente, un Force India salió de la nada y me golpeó", relató Sainz. "Él (Sergio Pérez) se disculpó, porque no había ninguna duda de que no era lo que debía hacer en ese momento de la carrera. Por eso, fue deportivo y lo primero que hizo cuando me vio fue darme un apretón de manos y decirme que lo sentía. Checo es un hombre justo, así que no hay ningún problema con él", aseguró el madrileño.
El de Toro Rosso confesó que ya ha pasado página y está concentrado en el próximo gran premio, porque "hay 19 carreras más. Estaré de vuelta y listo para luchar en China, porque el ritmo y la velocidad los tenemos", agregó.