Twitter (@TheDDuran)
El talento con el que se ha encontrado el equipo Toro Rosso esta temporada es más que evidente. Dos estrellas con potencial para el futuro, Max Verstappen y Carlos Sainz, están revolucionando carrera tras carrera un mundial de Fórmula 1 que, sin ellos, perdería el poco espectáculo que ofrece con la fórmula actual. Ahora bien, la suerte dispar dentro del equipo es cuanto menos curiosa.
Nadie duda del talento de ninguno de ellos: unas carreras meteóricas durante karting y en categorías inferiores han llevado a Helmut Marko a contar con ellos en la categoría reina y, lo más duro de todo, mantenerlos un año más – tanto por la velocidad y madurez demostradas como por la falta de contendientes a dichos asientos por debajo, pues ni Pierre Gasly ni Dean Stoneman han estado al ritmo esperado a principios de temporada. Tanto dentro como fuera de la pista los dos hombres de Faenza han sabido manejarse mucho mejor de lo que podría imaginarse de dos gallos de dieciocho y veintiún años, lo que los hace más interesantes de cara a próximas temporadas.
Ahora bien, el holandés cuenta con cuarenta y nueve puntos en su casillero y el madrileño con dieciocho, señal de la falta de fiabilidad mostrada en el lado del box del dorsal número cincuenta y cinco. En dieciocho carreras van siete abandonos (no todos ellos por mecánica, pero sí la mayoría), a menudo cuando rodaba en posiciones de puntos y al mismo ritmo de Verstappen. El holandés lleva cinco abandonos – cuatro por avería mecánica, uno por exceso de ímpetu en Mónaco – y ha podido terminar todas las carreras desde el Gran Premio de Gran Bretaña, incluyendo dos cuartos puestos en Hungría y Estados Unidos.
La imagen que dio el equipo en Brasil resume bastante el año: uno de los coches en la novena posición de la parrilla, preparado, sin nervios, con un joven Max a gusto hablando con Martin Brundle para la cadena Sky Sports F1. El otro, que iba camino a la décima, se queda parado en la salida de boxes, es remolcado hasta el garaje de Toro Rosso (Sainz ni siquiera pudo sumarse al minuto de silencio que hicieron todos los pilotos por el atentado de París). Pese a los esfuerzos en boxes, Sainz se para al pasar Descida do Lago en la primera vuelta con lo que parece ser un fallo de transmisión – minutos más tarde, Max comienza el recital de adelantamientos al que empieza a acostumbrar, maniobras en las que Carlos ha sido capaz de acompañar cuando ha podido.
La competitividad (en todos los sentidos) del equipo no se ha puesto en duda en ningún momento y tampoco es nuevo que la temporada de un piloto esté plagada de problemas mecánicos – en otras ocasiones le ha ocurrido a grandes pilotos en grandes equipos, como al propio Michael Schumacher en su último año con Mercedes. No obstante, y como hizo el equipo de Brackley, es necesario limar estos detalles para mejorar posiciones en la parrilla y en la clasificación, con el consecuente beneficio económico a final de temporada. Para 2016 parece que el equipo seguirá con los dos talentos (dos pilotos que además mantienen una buena relación entre ellos), por lo que tiene una oportunidad para mejorar aún más – este año ha sido, de lejos, uno de los mejores en su historia.