Preocupante falta de ambición en Williams

Desde que BMW abandonase los acuerdos con Williams al final de la temporada 2005, el equipo británico ha perdido fuerza en la Formula 1 con pocos resultados destacables y quizás demasiadas etapas a olvidar. Distintos apuros económicos han hecho que la escudería tuviera que rebajar sus pretensiones, aceptar pilotos japoneses con resultados más que discutibles o aceptar a un Pastor Maldonado y sus millones, un piloto por el que ningún equipo parecía dispuesto a pagar, y que paradójicamente y quizás de forman inentendible le ha dado la última victoria al equipo de Frank Williams.

Aprovechando la figura de Toto Wolff, propietario parcial de Williams y al mismo tiempo CEO de Mercedes, el equipo de Grove comenzó a equipar unidades de potencia alemanas para la temporada 2014 en una maniobra que en muchos otros ámbitos de la vida sería sospechosa, pero que en el caso de la Formula devolvió al histórico equipo a las posiciones altas de la tabla.

Veintiocho carreras han pasado ya desde que Williams goza de una posición privilegiada, una posición proporcionada en gran parte por la unidad de potencia y que cada fin de semana está más cerca de acabarse. Y varias son las oportunidades que ha tenido Williams de hacerse con una victoria, de hecho, atesoran tres segundos puestos. Sin embargo, el equipo ha perdido la ambición por ganar, donde el arriesgar no compensa.

El pasado GP de Silverstone fue una acumulación de despropósitos, donde cualquiera pensaría que Williams quería evidenciar todos sus puntos débiles en busca de la victoria, donde tras una salida del todo inesperada que les dejó en primera y segunda posición, acabaron con un más que insuficiente cuarto y quinto lugar.

Falta de autoridad

Existen dos tipos de pilotos, los que son empleados del equipo, y los que tienen al equipo como empleado gracias a la posición de sus aportaciones monetarias. La diferenciación es más que importante. Mientras a un empleado le puedes dar órdenes, al que paga por un servicio no le puedes imponer absolutamente nada.

Traducido a la anterior carrera, Williams dejó luchar a sus pilotos, precioso para los aficionados, contraproducente a más no poder desde el punto de vista del equipo. Bottas, en segunda posición mostró un mejor ritmo al tiempo que los Mercedes no podían adelantarle. Una ocasión perfecta para que el joven finlandés amasara un buen colchón de segundos entre él mismo y los Mercedes con la ayuda del tapón de Massa. Dos o tres segundos serían suficientes para contrarrestar cualquier intento de “undercut” por parte del fabricante alemán.

Sin embargo, no lo hicieron, dejaron a un Bottas más rápido atrapado entre Massa y los Mercedes. Williams no arriesgó, no tomó la iniciativa, dejó que Mercedes moviera ficha para, una vez más, protegerse. En la Formula 1 actual esto significa regalar la primera posición con la esperanza de poder mantener tus dos coches en el podio, un excelente resultado, desde luego, pero una vez más despedirte de la victoria sin lucharla, sin arriesgar.

Mercedes midió a la perfección. Hamilton cambió gomas y salió a pista con menos de una décima de ventaja sobre el Force India. Massa se protegió de Hamilton en la siguiente parada, entrando junto a Rosberg. En solo una vuelta Lewis ya conseguía meter dos segundos, además de la desventaja inicial, a un lento Felipe Massa. La lentitud de Massa fue tal, que pese a realizar el “undercut” a Bottas, el finlandés salió en paralelo, algo que deja en muy mal lugar al piloto brasileño, aunque éste consiguiera mantener la posición.

Y de nuevo, Bottas atrapado tras Massa, pese a la amenaza de lluvia, ninguneando las posibilidades de los Ferrari. De nuevo falta de autoridad, de dar una de esas órdenes tan impopulares como necesarias. Y entonces… lluvia.

Pilotos válidos y pilotos extraordinarios 

Williams cuenta en su haber directo con cinco pilotos. Alex Lynn, actual ganador de la GP3, sin experiencia en Formula 1 y desechado del Red Bull Ring. Susie Wolff, actual esposa de Toto Wolff, y cuya valía como piloto de Formula 1 está en entredicho, especialmente desde que el propio Williams dijese que pasase lo que pasase no iba a correr. Adrián Sutil, fichado a las carreras tras una lesión de Bottas y la posterior declaración de intenciones sobre Susie Wolff.

Y como titulares, dos pilotos. Felipe Massa, veterano brasileño que recaló en Williams tras una nefasta etapa en Ferrari donde fue ninguneado en resultados por Fernando Alonso. Pocos lo dicen abiertamente por lo impopular de la frase, pero todos lo piensan. Hay un Felipe Massa antes del accidente del muelle, y un Felipe Massa posterior al accidente, el posterior, no es un piloto excepcional.

Valtteri Bottas, por su parte, está llamado a ser uno de los pilotos fuertes de la próxima generación (o actual). Tras ganar la 2.0 Eurocup y dos temporadas en Formula 3 con dos victorias, Bottas pasó a disputar la GP3 en 2011 con el equipo ART, una competición polémica con unos motores turbo difíciles de entender, con poco tiempo en pista, y que en su segundo año de creación contó con una parrilla de pilotos cuya calidad no ha sido desde luego la más alta. Con un comienzo modesto, Bottas se hizo con el título tras ganar cuatro de las últimas siete carreras, arrebatándoselo a James Calado y a Nigel Melker.

Tras esto, nada. Mientras un paso lógico hubiera sido reivindicarse en las GP2 Series o Formula Renault 3.5, Bottas, no sin polémica, se quedó bajo el acomodo de piloto de pruebas en Willams en 2012, un año en el que esta figura carecía de relevancia. El motivo, de nuevo, Toto Wolff, quien además de propietario parcial de Williams, también ejerce como mánager del piloto.

Desde 2013, Bottas es piloto titular de Williams, donde realizó un año mediocre, a la altura de aquél monoplaza que acabó el año con 5 puntos en el mundial de constructores. En 2014 comenzó el año con errores en Australia en una carrera en la que mínimamente estaba para subir al podio. Desde entonces, la regularidad es lo más destacable del piloto finés que hasta la fecha no ha dado indicios de ser un piloto extraordinario. Desde luego, la calidad de Bottas da para debate, pero en lo que sí que todo el mundo estará de acuerdo es que Bottas no es un Hamilton, un Alonso, un Vettel.

Y ahí es donde Williams perdió, no solo la victoria, sino el podio. Con tres gotas sobre la pista, los tiempos de Massa y Bottas cayeron estrepitosamente. Hamilton, se escapó, Rosberg se escapó y Vettel les pasó por encima. Bottas, que podría haber acabado como ganador del Gran Premio, acabó quinto, a más de un minuto de ganador, defendiéndose con uñas y dientes con el Red Bull Renault de Kvyat para no perder la posición. Massa, que lideró durante las primeras 20 vueltas, cuarto a más de medio minuto, estéril ante el Ferrari de Vettel.

En condiciones delicadas, los pilotos de Williams no estuvieron a la altura de las circunstancias, y posiblemente no lo estarán nunca, porque aunque son pilotos totalmente válidos para estar en Formula 1, no son pilotos extraordinarios. Y con estrategias defensivas y pilotos no extraordinarios, ganar una carrera va a ser más un accidente que fruto del trabajo bien hecho.