En los dos últimos años, el constructor japonés se ha centrado en el motor de la RC213V y en tratar de encontrar la mejor fórmula a nivel electrónico para extraer de él el máximo rendimiento posible.
Después de dos temporadas en las que el español se encasquetó la corona de campeón a pesar de competir con un prototipo que dio más problemas de los deseables, la marca del ala dorada ha logrado encontrar el equilibrio en la moto de este 2018 para suerte de sus pilotos.
El principal caballo de batalla de los modelos anteriores fue la electrónica y su configuración ideal a raíz de la introducción de la centralita única (2016).
En este ámbito, Honda está en estos momentos muy por delante de Yamaha y a la misma altura que Ducati, y eso hace que, de alguna forma, Márquez empiece a ampliar el foco de sus deseos a otros aspectos.
Los dos últimos cursos, el de Cervera (Lleida) tenía muy claro que la prioridad era resolver los problemas de electrónica que habían surgido, aunque eso supusiera abandonar en cierto modo otros componentes.
“Nunca te cansas de pedirle cosas a Honda, en cada carrera pido cosas. Aún se puede mejorar. En electrónica vamos encontrando cosas, y en Le Mans introdujimos una cosa que probamos en el test de Mugello”, explica Márquez, que este fin de semana se plantará en Italia con 36 puntos de margen sobre Maverick Viñales, su más inmediato perseguidor.
“Ahora no encontraremos nada que nos haga ganar dos o tres décimas. Veremos cómo va la moto en los circuitos que vienen, pero yo creo que ya podemos empezar a trabajar en el chasis porque llevamos el mismo que el año pasado”, sugiere el catalán, que en este mismo punto de 2017 circulaba el cuarto en la tabla, a 27 puntos del líder (Viñales).