Los “dolores de crecimiento” eran de esperar en un coche que afrontaba la primera carrera desde su creación, como era el caso del Chevrolet Corvette C7.R de Antonio García. Los problemas mecánicos aparecieron y pese a la insistencia de los mecánicos, han tenido que poner punto final a la carrera.
El trabajo de los pilotos de Corvett Racing había sido espectacular. Jan Magnussen inició una remontada en la que en poco más de una hora se quitó 40 rivales de encima. Más tarde Antonio cogió el relevo y comenzó a acortar distancias con los líderes de la categoría hasta que una bandera roja hizo su aparición. Tras la reanudación de la prueba, Brisco sería el encargado de hacer el primer stint nocturno antes de dejar de nuevo el coche en manos de Antonio.
Acercándose al ecuador de la carrera, Antonio se encontraba luchando por el liderato en una bonita batalla con Nick Tandy y su Porsche 911RSR, que además suponía luchar por el octavo puesto absoluto de la carrera. Una bandera amarilla propició el ingreso a boxes de Antonio que había notado lo que él mismo calificó como un fallo en la presión del aire.
Briscoe cogió el relevo y desde entonces fue un ir y venir a boxes y a la zona de reparaciones. Un amplio charco debajo del coche dejaba intuir un fallo en el sistema de refrigeración. Tras una larga reparación de más de 20’, Briscoe volvió a salir a pista para regresar a los garajes en esa misma vuelta. Briscoe se quitó el arnés de seguridad y abrazó a sus compañeros, era el final. El coche dijo basta.