La categoría GT Daytona volvió a ser la más numerosa en las 12 horas de Sebring, una vez más, dicha categoría no decepcionó, ofreciendo un espectáculo en pista sin igual. Y es que desde el principio de carrera varios coches se destacaron como claros favoritos a la victoria final. El Porsche #22 de Alex Job, el de Alex Riberas, el #23, los Dodge Viper #93 y #33, así como el Audi R8 #48, el Ferrari 458 #63 y el Aston Martin Vantage #007.
Pero a medida que la carrera avanzaba, los contratiempos aparecían. Dos pilotos demostraban estar por encima del resto, Jeroen Bleekemolen a bordo del Viper y Mario Farnbacher, compañero de Alex Riberas. Seguido de cerca, el Aston Martin de James Davison. Por el camino, fueron cayendo favoritos, como el caso del Porsche #44 de Potter, que tras sufrir un enganchón con uno de los Ferrari 458, rompió un elemento de la dirección, yendo contra el muro sin poder evitarlo.
El Audi R8 perdía fuelle cuando no estaba en las manos de Christopher Haase, al igual que Jeroen Bleekemolen se vio obligado a remontar tras un nefasto relevo de Sebastian Bleekemolen. El Aston Martin de James Davison completaba una grandísima prueba solo ensuciada por un trompo sufrido por Christina Nielsen que afortunadamente no tuvo consecuencias para ellos.
Ian James, el piloto más lento del Porsche #23 completó sus relevos, por lo que hasta final de carrera únicamente tendrían que alternarse el coche entre Alex Riberas y Mario Farnbacher, es decir, era el momento de empujar, de tirar al máximo. Y en ese momento, la mala suerte se cebó con el piloto catalán, que nada más salir a pista, sufrió un reventó en la rueda trasera derecha que ocasionó graves desperfectos en la zona trasera. Alex pudo regresar pronto a boxes para reemplazar la rueda y salir de nuevo al trazado con el objetivo de remontar.
Y el estupendo relevo de Alex tuvo su recompensa, ya que llegaron a la recta final de carrera con opciones de luchar por la victoria, aunque fue realmente en los últimos minutos cuando se produjo la mayor acción de la carrera; Mario Farnbacher conseguía adelantar al Aston Martin, y poco después a Jeroen Bleekemolen, poniéndose líder y abriendo una brecha de cinco segundos respecto al líder.
Sin embargo, el piloto neerlandés estaba dispuesto a luchar por la victoria. En la recta final apretó al máximo, logrando alcanzar a Farnbacher, aprovechando que los neumáticos del Porsche estaban muy fatigados. La presión de Jeroen surgió efecto y Mario se iba recto en una frenada, dándole la primera posición al Viper. A falta de solo siete minutos para terminar la carrera, Alex Riberas perdía esta excelente oportunidad de victoria. O eso parecía. Y es que apenas un minuto después, Jeroen Bleekemolen entraba en boxes, con el vehículo apagado y sin ganas de resucitar. Jeroen apretó el acelerador al máximo para intentar llevarse la carrera y eso le costó romper el motor a falta de tan solo cinco minutos para la bandera a cuadros.
Mario Farnbacher, y por lo tanto Alex Riberas, recuperaban la primera posición, esta vez con unos 10’’ de ventaja sobre el Aston Martin de James Davison y Christina Nielsen, que lograrían cerrar la segunda posición tras cruzar la bandera a cuadros tras una intensa batalla en los instantes finales con el Ferrari 458 de Townsend Bell/Lazzaro/Sweedler, que fainlizaría en tercera posición.
Alex Riberas, a sus 21 años, conseguía subir a lo más alto del podio en una de las grandes pruebas de resistencia en Norteamérica, a pesar de ser solo su quinta carrera en el citado campeonato. De esta manera, el piloto barcelonés también se quitaba el mal sabor de boca que le dejó perder el podio en la recta final de Petit Le Mans en 2014, al tiempo que empieza a escribir su nombre en los libros de historia, quizás dando los primeros pasos de un gran futuro en el mundo de la resistencia.