El futuro de Aston Martin es incierto y como AMG no termine tomando sus riendas (en ello andan), a saber cómo acabarán. La muestra más clara de lo perdidos que están es el DBX Concept que han presentado en Ginebra, un crossover que pretende ser muchas cosas y al final no es ninguna.
Aparentemente es un cupé de dos puertas con rasgos muy Aston, como la parrilla delantera o los pilotos traseros tipo Vanquish, pero la gran altura de su carrocería lo acerca más a un SUV. Y eso es porque Aston Martin quiere redefinir con este coche el concepto de Gran Turismo, con un vehículo que sea lujoso, familiar, sostenible y atractivo para una clientela más joven.
Demasiadas cosas a la vez para un solo coche, que al final se pierde por el camino y no es ni deportivo, ni familiar. Un joven que esté pensando en un R8 o un 911, ni se plantearía el DBX como alternativa, y un padre de familia que dude entre un Urus, un Cayenne o un CLS Shooting Brake, tampoco.
Afortunadamente en Aston Martin se darán cuenta de eso antes o después, y el DBX dudo que llegue a algo más. Al menos la sostenibilidad si parece cumplirla, con un propulsor formado por 4 motores eléctricos, uno por cada rueda. Aunque desde Aston no sueltan prenda sobre este sistema eléctrico, por lo que suponemos que anda todavía en una fase muy inicial.
El interior propio de un concept, minimalista y recubierto de materiales de muy alta calidad, no tiene reproche alguno. Salvo por el hecho de que es un mero escaparate, sin posibilidad alguna de pasar a producción.
Y esto, señores, es lo mejor que Aston Martin ha podido llevar al Salón de Ginebra.