Ayer falleció a los 89 años de edad en un hospital de Dallas el mítico Carroll Shelby, un hombre que en sus más de 60 años de trayectoria profesional se ha ganado justamente el ser reconocido como una de las personas que han logrado que el automóvil sea algo más que un mero medio de transporte.
La sola mención de su apellido trae a la mente de manera inmediata dos de sus más importantes creaciones, el salvaje AC Cobra y el Shelby Mustang. El primero nació de la casualidad, cuando en 1962 los británicos de AC Cars se quedaron sin motores para sus coches, algo a lo que Carroll puso remedio montando un potente V8 de Ford. Mientras que su relación con los también conocidísimos Shelby Mustang comenzó apenas 2 años después, cuando Carroll comenzó a hacer preparaciones del deportivo americano. Una relación que, aunque con algún parón, continúa hasta nuestros días.
Pero Carroll Shelby no solo se dedicó a hacer transformaciones. Su pasión por el automóvil le viene de años antes, cuando en la década de los 50 comenzó su andadura como piloto profesional. En su haber quedan gestas como su victoria en las 24 Horas de Le Mans de 1959 al volante de un Aston Martin o un record de velocidad conseguido en las salinas de Bonneville.
Una afección cardiaca puso fin a su brillante carrera como piloto, pero a la vez abrió la puerta para que Carroll se dedicase por entero a crear esas fantásticas máquinas por las que siempre será recordado.
Descanse en paz.
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