Recréate la vista con lo que tienes ante ti, porque nadie hace coches como Lambroghini, y su última creación es aún más descabellada y atrevida que de costumbre. Se llama Veneno y es el hypercar con el que los de Sant’Agata van a celebrar sus 50 años de historia.
Bajo ese descarado aspecto se esconde la estructura de fibra de carbono de un Aventador, su cambio de marchas automático ISR, su sistema de tracción total y su motor V12 atmosférico de 6.5 litros, aunque elevado aquí hasta los 750 CV.
Lamborghini prometió que su obra para el Salón de Ginebra sería la más rápida de su historia, y aunque por poco, así es. El Veneno alcanza los 355 km/h, 5 km/h más que el Aventador, y acelera de 0 a 100 km/h en una décima menos que este, 2,8 segundos.
El uso intensivo de fibra de carbono en partes de su interior, carrocería e incluso llantas, hace que arroje un peso en vacío de 1.450 kg. Un dato que comparado con los 1.400 kg del nuevo McLaren P1, que arrastra baterías y motor eléctrico, no es especialmente destacable.
Según se mire, es posible apreciar que el Veneno parte de un Aventador, pero hay que reconocer que posee personalidad totalmente propia. El recargado frontal con afilados faros no hace más que anunciar lo que viene detrás, con una toma de aire sobre el techo que da lugar a una aleta central que divide en dos su gigantesco alerón ajustable. Branquias, rejillas, entradas y salidas de aire por doquier… desde luego esto es un verdadero Lamborghini.
Además de la unidad de las imágenes (cuyo destino está por decidir) se fabricarán otras 3, ya vendidas. El precio de cada una, 3 millones de euros sin impuestos.
