Mazda MX-5 2015

Reconozcámoslo, el Mazda MX-5 nunca ha sido un coche lo que se dice muy ‘varonil’. Su excelente configuración lo ha convertido siempre en un coche para disfrutar conduciendo, algo que siempre se le ha reconocido, pero no apasionaba al verlo. Hoy, 25 años después de su lanzamiento y con la cuarta generación recién presentada, podemos decir que esto está cambiado.

El nuevo MX-5 ya no solo presenta un diseño simpático y funcional, ahora luce agresivo gracias a unos grupos ópticos muy incisivos. Seguramente no envejezcan tan bien como los de otras generaciones, pero ahora mismo resultan impactantes. Su gran boca frontal también puede causar controversia, pero consigue el efecto reclamo que busca.



Gracias a que el motor se encuentra situado por detrás del eje delantero, el morro puede caer hacia abajo para lograr ese afilado aspecto. Para no recargarlo, las aletas se deslizan por el perfil mimetizándose con la carrocería, abultándose en los pasos de rueda sin necesidad luego de usar nervios ni líneas de tensión. La perfilada cola del capó y los faros, son lo más destacable de la trasera. Tanto prescinde de artificios, que ni siquiera luce un falso difusor, como ya hacen hasta los utilitarios.

En el interior la sencillez y los elementos de conducción mandan, con una palanca de cambios corta y bien situada, un volante redondo (como debería ser en un coche de calle) y un cuadro presidido por el cuentavueltas. La pantalla tipo tablet que domina el salpicadero, es realmente lo único que lo identifica al primer vistazo como un coche de última hornada.



Pero como ya he dicho antes, si hay algo por lo que ha destacado siempre el MX-5 es por su conducción. Para seguir mejorando este apartado, el roadster ha reducido su tamaño hasta los 3.915 m y estrena una nueva plataforma que promete ahorrar hasta 100 kg y dejar el peso final en 1.000 kg. Capós, aletas delanteras y soportes de los paragolpes, son de aluminio.

El hecho de que el motor esté situado por detrás del eje delantero, con la caja de cambios a continuación sobre el eje que transmite el movimiento hasta el diferencial trasero, le proporciona un reparto de pesos óptimo del 50/50. Además se ha trabajado para bajar lo máximo posible el centro de gravedad.



La caja de cambios podrá ser manual o automática, la dirección pasa a tener asistencia eléctrica y las suspensiones se renuevan, pero mantienen el esquema de doble trapecio delante y multibrazo detrás.

Mazda todavía no ha revelado que motores montará, pero sabemos que serán los SkyActiv-G de gasolina. Los 4 cilindros de 1.5 y 2.0 litros ya vistos en el Mazda 3, con potencias que oscilan entre 100 y 165 CV estarán presentes casi con toda seguridad, aunque sus potencias podrían variar.