El Grupo Fiat es uno de los gigantes automovilísticos a nivel mundial y, desde que hace unas semanas adquirió el 100% de Chrysler, lo es aún más. Esta última adquisición ha dado un nuevo nivel a la compañía y conforme a él, sus dirigentes le van a dar a este una nueva cara.
A partir de ahora ya no hablaremos del Grupo Fiat o de la unión de Fiat y Chrysler, sino de FCA NV: Fiat Chrysler Automobiles NV. La constitución de esta nueva empresa no acarrea un simple cambio de nombre con sus correspondientes activos, también supone un cambio en la fisionomía de la compañía que ahora adecúa su estructura de la forma más conveniente en cada apartado.
Fiat, italiana, es la que compró Chrysler, americana, pero ninguno de los países de origen de ambas se llevará la sede social ni fiscal de la empresa. La primera recaerá en Holanda, mientras que la segunda, especialmente suculenta ya que es donde se pagan impuestos, se situará en Reino Unido.
Decisiones que habrán requerido de un verdadero trabajo de ingeniería fiscal y empresarial, y que se completan dando a los países originales la cotización en sus mercados de valores. La bolsa de Nueva York se quedará con la cotización principal de la empresa (una decisión que se habría tomado igualmente aunque Chrysler no fuese americana) y a Italia se la contentará con una cotización secundaria en la bolsa de Milán.
Esta es la estructura de la nueva empresa global responsable de un montón de históricas e importantes marcas, a las que tendrán que guiar a partir de ahora de la forma más eficiente posible con un plan de negocio que empezaremos a conocer en mayo, cuando se produzca la primera reunión importante de sus directivos.