Adiós a Chris Amon

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Chris Amon ha fallecido a los setenta y tres años de edad durante la mañana del miércoles tres de agosto después de haber estado durante varios años batallando contra un cáncer. El neozelandés era recordado en el mundo de la Fórmula 1 como el mejor piloto que nunca logró ganar una carrera, siendo famosa su mala fortuna dentro de la categoría reina.
 

Desde el inicio de su carrera en la Fórmula 1 con Reg Parnell Racing la fiabilidad iba a ser su gran enemiga: en su primera carrera le cedió su coche a Maurice Trintignant (el motor Climax V8 del francés había tenido problemas), mientras que también se retiró en Holanda, México y Alemania antes de que un accidente en los entrenamientos del Gran Premio de Italia le dejó colgando del cockpit con tres costillas rotas.
 

Pese a que los resultados al final de cada carrera no acompañaban, el neozelandés era más rápido que sus compañeros de equipo y en el plano social era famoso por pertenecer a los ‘Ditton Road Flyers’: compartía piso con Peter Revson, el as de las dos ruedas Mike Hailwood y Tony Maggs. “Había un chasis roto de Cooper en el hall que se suponía que alguien iba a llevar a Nueva Zelanda. Se quedó ahí meses. Para mi 21º cumpleaños, el día tras el Gran Premio de Gran Bretaña de 1964, se vino casi toda la parrilla de la Fórmula 1. BP quiso hacer una película sobre Mike Hailwood y pagó para entrar, pero había tan poco espacio que no pudieron filmar y BP tuvo que pagar otra fiesta”, recordaba Amon en una entrevista al medio Motorsport Magazine en 2008.
 

En 1965 Amon fichó por McLaren, pero al no tener segundo coche de Fórmula 1 se pasó a carreras de GT, lo que llevó al año siguiente a formar equipo con Bruce McLaren en las 24 Horas de Le Mans con un Ford GT40 Mark II. Amon y McLaren le dieron a Ford la primera victoria en la mítica carrera, comenzando el dominio del pequeño deportivo que duraría hasta 1969. Aunque ese año pudo competir en Francia para Cooper y en Italia con un Brabham BT11 (no pudo clasificarse ya que su motor 2.0 BRM no daba la talla en Monza frente a los coches punteros), el éxito de Le Mans llamó la atención de Enzo Ferrari. ‘Il Commendatore’ le invitó a su casa en octubre y allí, con veintitrés años, en diez minutos firmó un contrato para pilotar el Ferrari 312 en la temporada 1967 junto a Lorenzo Bandini, Mike Parkes y Ludovico Scarfiotti. Aunque Amon era capaz de igualar sus tiempos, Bandini siempre se consideró como el más rápido del escuadrón rojo.


 

No obstante, fue un año difícil para la Scuderia: Bandini murió en Mónaco tras incendiarse su coche en un accidente cuando trataba de cazar a Denny Hulme, Parkes se partió las piernas poco después (terminando su carrera en la F1) y Scarfiotti decidió retirarse (moriría en un accidente en una subida al año siguiente). Ferrari confió en Amon y este les respondió con varias pole positions, cuatro podios y el cuarto puesto en la general. “El 312 no era mal chasis, pero incluso antes de que los Ford DFV llegasen en junio no había esperanza para los motores. No podían ni con los Repco”, recordaba el neozelandés.
 

En Le Mans 1967 volvió a darse uno de sus casos de mala fortuna: Se le pinchó el trasero derecho de su Ferrari 330 P4 en la recta de meta en mitad la noche, en Mulsanne trató de parar y cambiar la rueda con la de repuesto y una caja de herramientas. La linterna se quedó sin baterías, la cabeza del martillo se le cayó a la rueda le faltaba la tuerca. Trató de llevar el coche de vuelta, pero se rompió un tubo de gasolina y el coche prendió en llamas al momento – Amon saltó del coche y el 330 P4 se fue a un agujero mientras ardía.
 

En 1968 salió en primera línea hasta en ocho ocasiones y en Spa fue capaz de marcar la pole a 3,7 segundos de Jackie Stewart, pero los problemas de fiabilidad y la inestabilidad en Italia – incluso las plantas de Ferrari estuvieron el huelga durante varios días en una era de problemas industriales en todo el país. De cara a 1970 pensaba en seguir en Ferrari hasta que Robin Herd le comentó la ‘operación March’ que estaba comenzando junto con Max Mosley. El resultado fue el 701 con motor DFV y un mensaje de Enzo Ferrari: “ganaré una carrera antes que tú” (acertó).

 

El 701, con un desarrollo muy limitado, era un mal coche en circuitos como Brands Hatch, pero en Spa Amon era capaz de defenderse y dejar atrás a su amigo Jackie Stewart y Jochen Rindt – hasta que llegó Pedro Rodríguez desde la octava posición con un BRM 3.5 que estrenaban en esa carrera. Amon podía adelantarle tras rebufo en curvas como Masta (así es como logró el récord en el circuito de 14,9 kilómetros que nunca fue batido), pero Rodríguez se le iba en cada recta hasta que ganó la carrera en un último acelerón tras Stavelot.
 

Después pasó con Matra y sus V12, donde a pesar de la potencia y del talento del neozelandés la victoria no llegó – Amon llegó a poner el Matra en la pole de Clermont-Ferrand incluso cuando el equipo rompió todos los motores de F1 y tuvo que utilizar uno de sport-prototipos. Pero ni Matra, ni Tecno, ni su propio equipo Amon le llevó a lo más alto. Se retiró de la competición (lo más cerca que estuvo fue el Festival de Goodwood de 1997), se quedó con la granja familiar hasta 2003 y fue consejero de Toyota durante veinticinco años, desarrollando la suspensión para los Camry y Corona.
 

En la pista nunca tuvo suerte como para ganar, pero él siempre se consideró de los más afortunados: más afortunado que Jim Clark, Rindt, Rodríguez, Bandini, McLaren, Piers Courage y tantos otros que se fueron en una época dorada del deporte. Desde la redacción de Safety Car enviamos el pésame a la familia de quien, en palabras de Ron Dennis, “era una de las personas más agradables de toda la parrilla de la Fórmula 1 en toda su historia”.