Tradición y promesas bajo el sol catalán

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Si alguien se preguntaba cómo eran realmente las carreras de hace quince o veinte años, este domingo tuvo una respuesta contundente en el Circuit de Catalunya. Sería incorrecto decir que ‘las carreras de antes eran mejores’, pero si se acierta al afirmar que son los propios vehículos, ralentizados por una normativa tan cerrada como compleja, los que ofrecen al público un espectáculo que podría dar más de sí – sobre todo si se tiene en cuenta el precio de cada entrada.
 

Para todo aquel que tenga curiosidad, que busque y visione el Gran Premio de España de 1998. Hace diecisiete años, un piloto de ascendencia finesa fue seguido por su compañero anglosajón a lo más alto del podio – ambos con motores Mercedes – seguidos de un alemán en Ferrari con varios títulos en el bolsillo. Por detrás aparecían los Williams, incapaces de seguir a las flechas de plata de tu a tu (si bien esta vez Valtteri Bottas se enfrentó con éxito a los ataques de Kimi Räikkonen, de manera similar a lo que hizo con Sebastian Vettel en Bahréin). A priori la carrera del ganador parece sencilla – tanto que, en aquella ocasión, a Mika Häkkinen se lo preguntaron de manera directa. “Si, ha sido muy fácil, no puedo creer lo fácil que ha sido…no, no lo ha sido”, respondió en aquella ocasión el finés.
 

El foco de la carrera española estuvo centrado en dos que corrían en casa: uno de ellos era Fernando Alonso, buscando puntos con el McLaren Honda hasta que tuvo un desafortunado problema con los frenos traseros (según ESPN.F1, una de las viseras del casco se enganchó en el conducto de ventilación, sobrecalentando el sistema) cuando la simulación le colocaba octavo o noveno. El otro hombre del día fue Carlos Sainz, quien tras una lucha de sesenta y seis vueltas contra su compañero Max Verstappen – quien se diluyó al final tras haber hecho una carrera con la misma calidad que el madrileño – asaltó el noveno puesto, a merced del también piloto Red Bull Daniil Kvyat. La carrera de Roberto Merhi no tuvo muchas luces: se relegó a la última posición y se limitó a completar la carrera, como están haciendo los Manor con éxito en cada fin de semana.
 

La actuación de los dos Toro Rosso ha sido de lo más notorio durante estos días – y con razón. Sainz y Verstappen colocaron el STR10 – de los coches con menor velocidad punta – quinto y sexto en la parrilla y, si bien cayeron algunas posiciones en carrera, fueron dos debutantes los que demostraron todo su potencial ante millones de personas. El que estaba más enorgullecido de ver esto era Helmut Marko, asegurando que el riesgo que tomó al optar por los dos jóvenes valía la pena, según cuenta El Confidencial. Ya no es sólo el espectáculo que han dado en Montmeló (el poco que hubo de hecho, salvo un gran adelantamiento de Romain Grosjean a Kvyat por el exterior de la primera curva) sino el que pueden dar tanto en el resto de temporada - ¡y ojo que viene Mónaco! – como en los próximos años, pues ambos tienen cuerda para rato.
 

Es necesario rebuscar este tipo de pinceladas positivas en carreras como ésta, en la que pocos pilotos o equipos estuvieron brillantes de una manera especial. Ahora llega Mónaco, una carrera distinta a cualquier otra del calendario donde puede darse tanto una procesión entre las calles del principado como una guerra salvaje, dependiendo de las circunstancias y del tiempo (las carreras de 1996 y 1997 son ejemplos muy obvios, si bien la lluvia no es necesaria para que la carrera ofrezca un espectáculo sin igual). El circo de la Fórmula Uno llega al hogar de muchos pilotos, donde Nico Rosberg realizó el primero de los polémicos movimientos de 2014 – por lo que muchos ojos estarán puestos en sus manos, incluyendo los de Lewis Hamilton.