Las 24 horas de Le Mans es uno de los eventos de motor más importantes de todos los que existen. Su historia y su circuito la convierten en un lugar único, su duración y el interés generado tanto en marcas como en aficionados, le da un aire de exclusividad. Sí, existen más carreras de resistencia, algunas de ellas realmente destacables, como las 24 horas de Daytona o las 24 de Spa-Francorchamps, por no hablar de las 24 horas de Nordschleife, pero Le Mans consigue destacarse de entre todas ellas.
Y el momento cumbre, es sin duda alguna la llegada. Ganadores y derrotados se unen para felicitar a todo el que logra cruzar la línea de meta. La carrera suele llegar resuelta en todas las categorías, por lo que los ganadores pueden permitirse levantar el pie y dar prácticamente una vuelta de honor antes de que la carrera finalice. En el caso de grandes marcas, intentan hacer coincidir sus coches en pista para lograr una foto que será bandera del Marketing de la marca prácticamente hasta el siguiente año.
Y a dos coches a baja velocidad, se unen otros participantes, que aprovechan para levantar la mano en modo de celebración, pues tras 24 horas de carrera, llegar a meta, lo merece. Y es que al final de la carrera, Le Mans tiende a ser justa, posiblemente una de las carreras más justas que existen. Le Mans premia al que menos falla. Los derrotados no tienen excusa, el rival no ha fallado y nosotros sí, motivo por el que se merece todos los elogios.
El público aplaude insistentemente a todos los participantes, pues aquí hay fans de todas las marcas y pilotos, pero se reconoce la labor de todos y cada uno de los participantes. Los comisarios agitan sin cesar sus banderas y salen a recibir a los pilotos a pie de pista. Todo ello crea una atmosfera, que convierte a la llegada a meta de las 24 horas de Le Mans, en algo verdaderamente único.