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F1
 

Dos nombres y un destino

La unión de Ferrari y Vettel se ha consumado rápido, pero ahora toca el día a día, y les queda mucho para alcanzar su meta

31/03/2015 | Adrián Fernández | Fotos: Press | Leído: 3073

Eran dos almas en pena. Dos leones con el orgullo herido, dos ganadores humillados. Dos nombres que rindieron muy por debajo en 2014 de lo que de ellos se esperaba. Dos entes cuya falta de resultados había hecho mella en su personalidad. Un conquistador y un barco sin rumbo que, por suerte, cruzaron sus caminos cuando aún no era tarde. Uno se quedó sin capitán, aquel a quien juraron (y quién juró a su tripulación) lealtad eterna; el otro había abandonado su galeón de toda la vida, tras conquistar los cuatro mares, derrocado a golpe de estado por un marinero australiano hambriento de tesoros. Ambos se vieron arrasados por la aparición de una fragata germana que, cual batallón vikingo, se coló en la guerra y se quedó con todo por la fuerza.

Es ciertamente irónico que decida volver por sus fueros a los mandos del navío que tanto se empeñó en hundir en el pasado. Era, sin embargo, inevitable que los designios de éstos 2 gigantes de la Fórmula 1 se encontraran tarde o temprano. Ambos debían regresar a lo más alto juntos, de la mano. En aguas malayas (o malasias, que con la RAE uno ya no sabe escribir correctamente) consumaron su primer gran triunfo. El tiempo dirá si su cañonazo a la línea de flotación del barco enemigo es sólo una muesca o ha abierto un boquete por el que intentar hacer más daño. Pero lo que si es seguro es que ha hecho zozobrar a quien llevaba un año paseándose sin turbulencias. Y eso es más significativo de lo que uno pueda pensar en un inicio.

En definitiva, Ferrari y Sebastian Vettel lograron en Malasia una victoria balsámica, de esas que renuevan la moral de la tropa y le da al piloto una motivación extra para seguir peleando contra los elementos. Ferrari ya tuvo alguna de esas en el pasado reciente con Fernando Alonso (Bahréin 2010 y Malasia 2012 vienen a la mente). Sin embargo, se cometería un error lanzando ya las campanas al vuelo. Aun considerando que ni el equipo ni los pilotos son los mismos, Ferrari ya tuvo a principios de 2010 y 2013 un coche capaz de ganar carreras cuyo rendimiento no supieron mantener pasado un tiempo.



Queda la parte más dura de éste asunto, que no es llegar, si no mantenerse. Las expectativas, por tanto, deben ser moderadas. Mercedes sigue siendo el equipo que domina clasificaciones y mete a ambos pilotos en el podio con regularidad. Batir algo tan asentado es una tarea titánica, y regodearse en el acomodo de una victoria no sería la mejor forma de afrontarla. Se confía en el buen hacer de James Allison en la parte técnica y de Maurizio Arrivabene en la parte organizativa, así que dejémosles tiempo y no les pongamos un cartel que podría ser injusto y precipitado.

Tampoco hay que olvidar a aquellos que ya no están en el equipo, pero que fueron parte integral de la creación del SF15T. Un Fórmula 1 competitivo no se concibe, diseña y crea en 3 meses, menos aún en ésta era turbo. Muchos de los despedidos tras el desastroso 2014 están detrás del relativo éxito del coche. Y no, no me refiero a Fernando Alonso, por una simple razón: sería de idiotas contribuir decisivamente en un coche que, desde abril de 2014 (según Ron Dennis), sabes que será rival tuyo en 2015. E incluso en el caso de que así fuera, Alonso habría elegido el peor momento para que su ayuda por fin “diese un coche ganador” tras 5 años en la Scuderia en la que la experiencia ha dictado todo lo contrario. Hay que dejar de creerse cuentos de viejas. Que Alonso estuvo muy por encima de lo que sus coches ofrecían, es algo que nadie duda. Pero no tuvo nada que ver en el rendimiento de éste coche ni en el de los anteriores. Ni él ni ningún piloto antes o después que él. Si así fuese, hablaría muy poco y mal de su supuesta habilidad en ese campo, especialmente en el caso del coche de 2014.



Por su parte, quien antaño dominaba los mares a lo largo y ancho del globo ahora parece atravesar turbulencias. A Daniel Ricciardo le ha tocado ponerse al frente del proyecto Red Bull cuando éste atraviesa su periodo más bajo desde que emergieran como un contendiente a victorias en 2009, y no hablemos ya de Daniil Kvyat… Los problemas que experimentaron en Malasia confirman que el motor no es el único de sus problemas, y quizá no sea el mayor. Renault no tiene la culpa de que ni Ricciardo ni Kvyat no puedan frenar como es debido. Ya no es sólo que estén algo por detrás en punta, si no que parece que el chasis no está tampoco a la altura. También se erraría al darles por muertos. No mientras Newey siga rodeando la creación del coche, y los que le acompañan tampoco son mancos. Pero Ferrari y Williams ya han demostrado estar por delante,  y la reacción no debería hacerse esperar más de la cuenta.

¿Y qué hay de McLaren? Slow and steady. Pasos lentos, pero firmes. El proyecto ha nacido más tarde de lo que habría sido ideal con el reglamento de 2014, y el gap inicial con el resto es aún mayor de lo esperado. Quien espere a una McLaren-Honda ganando carreras en 2015 puede hacerlo sentado. Lo mejor del asunto es que las alarmas en el equipo están ya apagadas. Tanto responsables como pilotos saben el rol que les toca, y parecen saber lo que hacen. Los futuros éxitos del trinomio británico-japonés-hispano dependerá, en gran medida, de lo que éste prototipo de Fórmula 1 pueda mejorar éste año respecto a coches ya consagrados. Los propios Button y Alonso se contentarán éste año con pequeños logros, que a la larga serán gigantes. Un paso atrás para dar 3 adelante. Y aun con eso, no todo es negativo.




En Malasia siguieron siendo, a excepción de Manor, el equipo más lento a una vuelta, con un gap de 6-8 décimas con Force India. Sin embargo, ese diferencia en Australia era de 2 segundos. Y para más inri, su ritmo de carrera está más cerca de la zona media de lo que inicialmente cabría esperar, como se pudo comprobar tanto en Libres 2 como en carrera, incluso pillando por sorpresa al propio Button. No tardarán en ser contendientes por la zona de puntos y regresar a la situación, con respecto al resto, que tenían el año pasado. Quizá sea en la gira europea, quizá en la segunda gira asiática. El cuanto no importa demasiado, no más que el cómo. Slow and steady.

Slow, precisamente, es la palabra que podría aplicarse al reinicio de la aventura de Manor en la Fórmula 1, ahora de forma directa y sin benefactores discográficos o rusos. Nada cabe esperar de ellos por ahora, incluso cuando tengan a punto el coche de 2015. Su éxito es haber resucitado una estructura moribunda y en subasta, estar en pista y completar en en carrera casi el doble del kilometraje que habían acumulado. limitado a lo hecho los 2 días anteriores. Gran parte del “mérhito” (que no méhrito…) lo tiene Roberto Merhi, que supo sobreponerse a las circunstancias y terminar la carrera sin suponer un estorbo para el resto, a pesar de terminar a 3 vueltas del vencedor con un coche no mucho más rápido que el Fórmula Renault 3.5 que éstos días pilota para el equipo Pons, pero si mucho más inestable. Más allá de que en el futuro disponga o no de nuevas oportunidades, ha cumplido el sueño de todo piloto, por el cual muchos han quemado sus carreras sin lograr nada a cambio, y eso no es nada sencillo. Y lo mejor es que tiene todas las puertas abiertas para asegurar su futuro. Ya sea en F1 o fuera de ella, mantengan un ojo en él.


 

Termino, no sin antes hablar de Toro Rosso. La heredera espiritual de la añorada Minardi, que gracias al aporte económico de su hermano mayor, el gigante energético, prosperó para ser un equipo de zona media. Éste año, sin embargo, se ha subido a la chepa de su benefactor al igual que en 2008. Pero claro, la Red Bull de 2015 no es la Red Bull de 2008. Y eso implica que podríamos estar, si la tendencia se mantiene, ante el mejor año para la estructura de Faenza en sus 3 décadas en la máxima categoría. Gracias también, en parte,  a la que parece ser la mejor hornada surgida del RB Junior Team (lo cual, con Vettel y Ricciardo como previos graduados, es decir mucho): Max Verstappen está mostrando con hechos lo que sus críticos (fanáticos spanish/de Sainz en su mayoría) se empeñaron en negarle: una velocidad y madurez innata para alguien de su edad, que ya desplegó el año pasado en Fórmula 3 para desesperación de sus rivales y deleite de los aficionados. Si es capaz de ofrecer éste rendimiento con 17 años, éste chico no tiene techo. Su pilotaje al límite, propenso a errores ocasionales, era parte de lo que le hacía tan espectacular en F3, y lo irá depurando. 


Pero tiene un contrincante más que digno en Carlos Sainz. Por suerte, y a pesar de preocupantes indicios éste invierno, el madrileño ha sabido mantener los pies en el suelo, hacer de la humildad y ganas de aprender su mantra y acompañar esa actitud con resultados en pista. Su tiempazo en la Q1 y su remontada hasta el octavo puesto en carrera deja a la imaginación lo que podría haber sido de no haber cometido ese error de novato en Q2. Debe cometerlos. Y aprender de ellos. Él y Max. Así es como se forjan los campeones. Los futuros jefes de navío que liderarán empresas campeonas en no mucho tiempo. Su carrera tendrá altos y bajos, como los de todo piloto. Con suerte, los altos serán muy brillantes. Eso es lo que mantiene éste deporte girando alrededor del mundo.

 



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