En una carrera sprint que tuvo de todo menos tranquilidad, Lando Norris se impuso con maestría en un escenario impredecible. La lluvia apareció justo antes de la salida, obligando a todos a montar neumáticos intermedios… todos menos Carlos Sainz, que apostó por los extremos con la esperanza de un diluvio que nunca llegó. El caos fue tal que incluso se retrasó la salida por bandera roja debido a la visibilidad casi nula. Una vez relanzada la carrera, las condiciones cambiantes de la pista ofrecieron espectáculo, errores y oportunidades que Norris supo aprovechar al máximo con una estrategia arriesgada pero acertada.
Oscar Piastri lideró gran parte de la prueba y terminó segundo tras dejar pasar a su compañero cuando el cambio a neumáticos de seco se volvió inevitable. El podio lo completó un sorprendente Lewis Hamilton, que, beneficiado por la parada anticipada a slicks y el posterior Safety Car, escaló posiciones tras una salida discreta. La sanción de diez segundos a Verstappen por una maniobra peligrosa en boxes con Antonelli, así como varios incidentes y toques —incluido uno que dejó fuera a Fernando Alonso tras ser golpeado por Liam Lawson— marcaron el desenlace de una carrera que parecía una lotería.
McLaren firmó un histórico doblete con Piastri y Norris, mientras que la suerte fue dispar para el resto. Alonso estuvo en los puntos hasta que Lawson lo mandó al muro, y Sainz abandonó tras trompear y pinchar al cambiar a neumáticos de seco. Verstappen, que parecía cómodo en el tercer puesto, acabó cayendo fuera de los puntos tras su sanción. La pista, que se secaba a gran velocidad, convirtió cada vuelta en una ruleta estratégica en la que solo los más valientes salieron bien parados.
El resultado dejó a Norris con 8 puntos vitales y con una inyección de confianza en su temporada. El caos táctico y la variedad de estrategias, entre errores y aciertos, convirtieron la sprint de Miami en una de las más memorables de los últimos tiempos.