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El Circuit de Paul Ricard volverá a albergar una prueba del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 en la temporada 2018 tras veintiocho años. El Gran Premio de Francia, a su vez, retoma su lugar en la categoría reina tras una década de inactividad después del periodo en el que estuvo en el Circuit de Magny-Cours.
Inaugurado en 1969, la Fórmula 1 pisó el nuevo circuito por primera vez en 1971 en su configuración de 5,8 kilómetros de longitud. La recta del Mistral, por entonces de 1,8 kilómetros, hacía que los motores sufrieran en exceso y a menudo acabasen rompiéndose y provocando accidentes – es el caso de Ayrton Senna en la edición de 1985. Al año siguiente el circuito fue el escenario de la muerte de Elio de Angelis durante una sesión de test en la que el alerón trasero de su Brabham se desprendió al llegar a la curva de Verriere, lo que llevó a que el circuito fuera modificado y recortado.
A partir de entonces se utilizó una versión de 3,8 kilómetros que cortaba las curvas de Verriere, la primera chicane, Saint-Beaurne, L’ecole y los primeros ochocientos metros de la recta de Mistral, dejándola en un kilómetro. La parte final del circuito se ha mantenido con Signes (que fue también suavizada), Beausset, Bendor, Village, Tour y la última curva, Virage du Pont. La edición de 1989 se recuerda por el accidente múltiple entre Nigel Mansell, Thierry Boutsen y Mauricio Gugelmin, quien salió catapultado en la primera vuelta. Además fue el debut exitoso de Jean Alesi, colocando el Tyrrell en cuarta posición, así como el de Martin Donelly, Eric Bernard y Emanuele Pirro.
La Fórmula 1 continuó corriendo en el trazado marsellés hasta 1990, año en el que se decidió cambiar el Gran Premio de Francia al entonces recién construido Circuit de Magny Cours en Nevers. Con el paso de los años Magny-Cours se labró la reputación de ser un trazado en el que apenas había adelantamientos en toda la carrera, además de estar en mitad de la nada, haciendo que 2008 fuera el último año del Gran Circo en el país.
En 1999, tras la muerte del magnate del licor Paul Ricard (quien financió la construcción del circuito y le puso su nombre), el circuito se vendió a la empresa Excelis (propiedad de Bernie Ecclestone) y fue convertido en un circuito centrado en los test. Su característica principal son las escapatorias de asfalto azul y rojo, con una alta abrasión para detener los vehículos sin que vayan a la deriva como ocurre con las puzolanas de gravilla.
En los últimos años el circuito ha albergado pruebas de diferentes categorías, incluyendo el Mundial de Turismos o el Mundial de Resistencia. Tras más de cinco lustros apartada, ahora es la Fórmula 1 – que ya había realizado sesiones de test durante todos estos años – la que se decide regresar, casi al mismo tiempo en el que el WTCC se marcha al perder la presencia de Citroën como marca oficial.