Si en Australia las condiciones mixtas ocultaron las debilidades de Red Bull, el GP de China dejó en evidencia sus problemas. Max Verstappen terminó cuarto tras una gran segunda mitad de carrera con neumáticos duros, pero antes de eso perdió casi un segundo por vuelta con los McLaren en el stint con medios. Además, la carrera sprint del sábado ya había mostrado un desgaste excesivo en los neumáticos delanteros, lo que confirma que el RB21 no es tan dominante como en años anteriores.
Verstappen, que perdió posiciones en la salida ante los Ferrari, reconoció que no tenía el ritmo para pelear. "Para ser sincero, la primera vuelta fue buena para mí, porque mi posición de todos modos no está a su altura", dijo tras la carrera. A esta situación se suma el bajo rendimiento de Liam Lawson, lo que ha reabierto el debate sobre si Red Bull debería cambiar de piloto antes del GP de Japón. Sin embargo, el problema real parece estar en el monoplaza, que incluso el neerlandés calificó como el cuarto más rápido de la parrilla.
En busca de soluciones, Verstappen viajará esta semana a la fábrica de Red Bull en Milton Keynes para trabajar con los ingenieros. Helmut Marko admitió la preocupación del equipo y señaló que McLaren ha sido más competitivo en todos los circuitos y con distintos compuestos. Pese a ello, el asesor aseguró que no han tirado la toalla, mientras que Christian Horner destacó que en el último tercio de la carrera en China el neerlandés fue uno de los más rápidos en pista.
Con solo dos carreras disputadas, la temporada aún es larga y Red Bull confía en encontrar respuestas. Verstappen resaltó que el rendimiento con los neumáticos duros fue una sorpresa positiva y podría marcar el camino a seguir. "No se puede ser derrotista", sentenció Horner al ser consultado sobre si el equipo ya debe centrarse en 2026. La clave estará en la capacidad de reacción de Red Bull, que ahora enfrenta una situación inédita tras años de dominio.