Un 24 de agosto de 2003, Fernando Alonso hizo historia en el autompvilismo español. El ovetense se encumbró en el Gran Premio de Hungría de 2003 en un fin de semana dorado para su trayectoria y que marcó un punto de inflexión para la Fórmula 1 en nuestro país.
Alonso se encontraba enrolado en Renault y pilotando un R23 en su primer año como piloto oficial de la marca tras su paso por Minardi en 2001. El R23 no era el mejor coche para pelear por el triunfo y a menudo, tanto el español como Jarno Trulli, peleaban por los puntos ya que las seis primeras posiciones estaban capadas normalmente por los Ferrari, McLaren-Mercedes y Williams-BMW comenzó.
No obstante, Alonso pudo dar coletazos de talento en Sepang, Interlagos o en el Circuit de Catalunya-Barcelona, pero la posición habitual era entre los seis primeros y, si alguno de los grandes fallaba, pescar algún podio o un cuarto puesto.
Pero todo pareció cambiar en Hungría. En un circuito que premia la aerodinámica y no tanto a la potencia, el asturiano dejó su impronta en la clasificación con una gran pole. Eso sí, no era la primera vez que Alonso firmaba el crono más rápido en la clasificación ya que cinco meses antes había logrado ese mismo resultado.
El joven piloto de Renault clasificó por delante de Ralf Schumacher, mientras que Mark Webber sorprendió con su humilde Jaguar en la tercera plaza, superando a a Juan Pablo Montoya y Rubens Barrichello. En la salida se decidió gran parte de la carrera. Los Williams salieron muy lentos y cedieron muchas plazas y Webber se colocó en segundo lugar seguido por Kimi Räikkönen, que partió séptimo, Trulli y Barrichello.
Con el australiano segundo y taponando al nórdico de McLaren, Alonso tiró del grupo y le endosó más de un segundo por vuelta y llegar así a la vuelta 13 con 21 segundos de margen sobre el Jaguar. En esos momentos, el pupilo de Renault paró para repostar y ceder un liderato que recuperó cuatro vueltas más tarde.
Desde ese momento, el ovetense pilotó muy sereno y manejando el gran colchó que disponía para festejar el primero de sus 32 triunfos. Räikkönen y Montoya, que estuvo cerca de perder el podio ante Ralf Schumacher, completaron el podio. Curiosamente, éste sería su único triunfo en el trazado magyar, aunque logró cinco podios más y estuvo en la pomada en aquel excitante 2006.
Hoy, si lo miramos en retrospectiva, esta victoria tiene un gran impacto para que la Fórmula 1 se convirtiera en una competición que mueve a miles de aficionados en nuestro país. Puso “el Gran Circo” en el centro del mapa de un país que miraba con orgullo a sus deportistas en tenis, fútbol, baloncesto o el ciclismo. Muy lejos habían quedado los de Portago, Godia, de Villota o Pérez-Sala, que abrieron el camino, pero que no lograron las hazañas de aquel muchacho de Oviedo.
Alonso enganchó a una generación de aficionados que crecimos viendo al asturiano encumbrarse en 2005 y 2006 y peleando por sumar su tercer entorchado en 2007, 2010, 2012 y 2013 y fue el referente de otra que se batió el cuero en las pistas, buscando quizás emular a aquel piloto vestido de azul y amarillo que hizo vibrar a familias en el sofá de casa, que reunió a amigos y familia para ver la F1 o que nos hizo tener que cuadrar nuestro horario personal con la F1 para verlo en la pantalla.
El triunfo de Alonso reverdeció a Renault, que llevaba 20 años (Alain Prost en el Gran Premio de Austria de 2003) sin descorchar una botella desde lo más alto del podio, y se convirtió en el ganador más joven de un Gran Premio, batiendo así a Bruce McLaren, con 22 años y 6 días. En definitiva, una victoria más importante de la que imaginamos y que supuso un antes y un después para la F1 en España.