No cabe duda de que lo que ha hecho en estos 20 años en F1 Lewis Hamilton ha marcado historia: no sólo por sus 7 títulos mundiales, récord de victorias, pole positions y, en general, reventar estadísticas y ser el gran dominador de una era que sólo Red Bull y Verstappen llegaron a detener. Ahora bien...el pasado, metafórica, filosófica y realmente, ya no existe. Existió, pero ya no. Y el presente es otra cosa.
El presente es un Hamilton que en Ferrari parece empezar a desmotivarse como si fuera una relación condenada al fracaso desde el primer mes pero estás contractualmente obligado a quedarde dentro. Salvo la Sprint de China, pocos destellos del británico han llamado la atención - quizás la remontada en Spa-Francorchamps, donde pasó de mitad del pelotón a colocar el Ferrari...al puesto mínimo donde se espera un Ferrari.
El primer punto de esta historia es claro: NO es lo mismo ser un piloto 7 veces campeón del mundo que haber ganado 7 campeonatos del mundo. Los ganó, sí, el último de manera aplastante en 2020, pero el Hamilton de entonces no es el de ahora. Ha pasado un lustro y ya se le notó en su último año en Mercedes. Ocurrió en cierto modo con Michael Schumacher entre 2010 y 2012, aunque las circunstancias eran otras (especialmente las físicas) y el auténtico rol de Michael era otro: el de (junto a Ross Brawn) hacer de Mercedes un escuadrón aplastante, y Hamilton (así como Toto Wolff) se beneficiaron de ello.
El Hamilton de 2025 no está demostrando el nivel esperado. Esto es así, ya sea porque el Ferrari no se acerca a los McLaren, ni a los Mercedes en según que fines de semana, o por ser el primer año en un nuevo equipo donde Charles Leclerc está más que amoldado. El monegasco, en cambio, sigue en su tónica de 'sobrecalificar' el coche haciendo poles mágicas, si bien el ritmo en carrera es lo que da el coche.
Sobrada de redes sociales y respuesta inmediada. Días antes, Hamilton escribía un 'Ask Perplexity' para recordarle al mundo su patrocinio de Perplexity y, de paso, que él tenía el récord de vuelta en Monza, la pole position de 2020 con el Mercedes que aprovechaba el DAS para aumentar su velocidad punta. La palabra clave es 'tenía'.
En su lucha contra los McLaren, Verstappen logró destrozar el récord con un 1:18.792, batiendo el récord de pista. Le quitó, en efecto, la vuelta con la velocidad media más alta en la historia de la F1. En el corralito, Verstappen afirmaba que si fuera el todopoderoso Mercedes de aquel año, con el reasfaltado de Monza de 2024 y con los pianos actuales, el tiempo hubiera sido incluso más rápido. Y, con él conduciendo, aún más rápido.
En esa lucha contra los McLaren estaban tanto Verstappen como Leclerc. ¿Hamilton? No. Ni por ritmo, ni por el hecho de tener que servir una penalización de 5 puestos en parrilla por no respetar banderas amarillas antes de comenzar el GP de Países Bajos. Pero tampoco ayudó a Leclerc a base de rebufo, como Sebastian Vettel ayudó a que Kimi Räikkönen lograse la pole en 2018 o Carlos Sainz ayudase a Leclerc en 2022. Hamilton no hizo nada, nada de eso, pudiendo ser clave para que Leclerc pueda plantar cara ante los Tifosi.
Sigue siendo de los mejores de su generación, eso está claro - no llegas a los 40 como piloto activo en la F1 actual de otra manera. También ha habido campeones mundiales con declives mucho peores - Jacques Villeneuve es un caso claro, aunque siempre fue paradigmático. Lo que sí es cierto es que Hamilton está dando de qué hablar, pero no a base de victorias.
En la carrera, Hamilton aprovechó la velocidad punta del Ferrari para escalar al 6º puesto en una carrera donde no hizo demasiado ruido, una tónica habitual en su 2025. En las declaraciones tras la carrera, mantuvo un perfil bajo, realista. Consciente de que está lejos de los éxitos prometidos en lo que en enero era la 'unión del milenio'.