Hoy, 5 de octubre, se cumplen diez años desde el accidente que cambió para siempre el rumbo de la Fórmula 1 y que dejó un vacío imposible de llenar en el mundo del automovilismo y en nuestros corazones. Jules Bianchi, joven promesa del deporte y piloto de talento indiscutible, nos acabó dejando tras una larga batalla de nueve meses, pero todo comenzó en ese fatídico Gran Premio de Japón.
Nacido el 3 de agosto de 1989 en Niza, Francia, Jules Bianchi parecía destinado a la grandeza. Proveniente de una familia ligada al mundo de los motores, con un abuelo que fue piloto de resistencia y un padrino que ganó las prestigiosas 24 Horas de Le Mans, Jules no tardó en subirse a un kart. A los tres años ya competía, y las victorias no tardaron en llegar.
En 2007, con apenas 17 años, se coronó campeón de la Fórmula Renault 2.0 en Francia, un primer paso de una carrera meteórica que lo vería brillar en las categorías inferiores del automovilismo. Su determinación y destreza al volante pronto lo llevaron a dominar la Fórmula 3 Euroseries en 2009, donde se alzó como campeón tras obtener nueve victorias a lo largo de la temporada.
El talento de Bianchi no pasó desapercibido para la máxima categoría, y en 2010, la Scuderia Ferrari lo integró como piloto de pruebas y miembro de su academia. Entre tanto, continuó demostrando su valía en categorías como la GP2 y la Fórmula Renault 3.5, donde terminó subcampeón en 2012, lo que reforzó su estatus como uno de los pilotos más prometedores de su generación.
El debut en la Fórmula 1 finalmente llegó en 2013, cuando Bianchi firmó con el equipo Marussia, una escudería modesta que encontraba en el joven piloto una oportunidad para pelear en la élite. Aunque el coche no estaba a la altura del resto de equipos, Bianchi supo sacar el máximo rendimiento de su monoplaza, ganándose el respeto de la parrilla con sus grandes actuaciones.
El momento más brillante de su carrera llegó el 25 de mayo de 2014, cuando Bianchi hizo historia al lograr los primeros puntos para Marussia en la Fórmula 1, terminando en novena posición en el icónico Gran Premio de Mónaco. Fue una carrera donde sobrevivió a una accidentadísimo domingo en el Principado, y en la que, aunque cruzó la meta octavo, acabó siendo relegado a la novena plaza por una penalización de 5 segundos.
Sin embargo, pocos meses después, el 5 de octubre de 2014, el destino le jugaría una cruel carta. Durante el Gran Premio de Japón, en condiciones meteorológicas adversas, Jules Bianchi perdió el control de su coche y se estrelló contra una grúa que removía otro monoplaza. El impacto fue devastador. Bianchi quedó en coma y luchó por su vida durante nueve largos meses, hasta que falleció el 17 de julio de 2015, a los 25 años.
El accidente de Bianchi conmocionó al mundo del automovilismo. No solo por la pérdida de un piloto con un futuro brillante, sino por las preguntas que dejó sobre la seguridad en la Fórmula 1. Lo único positivo que se puede sacar de su accidente, es que su tragedia no fue en vano. Tras su accidente, la FIA aceleró el desarrollo de nuevas medidas de seguridad que, sin Bianchi, jamás hubiesen llegado a la Fórmula 1.
Tras conocer la noticia de su muerte, la Fórmula 1 se tiñó de luto en Hungría, pero el circo, como siempre, debía continuar, y el mejor homenaje a Jules fue un auténtico carrerón que se acabó llevando Sebastian Vettel.