Renault y su dilema existencial en Fórmula 1

Hace aproximadamente un año y medio, Renault anunció a golpe de bombo y platillo la llegada de Daniel Ricciardo. El australiano llegó para ocupar el puesto de Carlos Sainz, apuesta previa de la casa francesa. Año y medio después, el australiano ha puesto rumbo a McLaren para 2021 y ha dejado huérfanos a los de Cyril Abiteboul sin ese ansiado puesto de líder del proyecto francés.

Desde que Renault regresó a la Fórmula 1 como equipo oficial en 2016 uno de los problemas con los que más han bregado ha sido con el puntal del proyecto. Primero fue con Kevin Magnussen ese año, al año siguiente con Nico Hülkenberg (que se mantuvo dos temporadas como primer piloto) y en 2019 con Daniel Ricciardo. El australiano parecía cumplir el dicho de la tercera va la vencida. Se lo arrebataron a Red Bull y construyeron un proyecto en torno al carismático piloto, pero finalmente nada. Para más inri, Ricciardo ha puesto rumbo a los rivales directos (McLaren) de la marca del rombo.

A todo esto hay que sumarle los constantes fallos de Cyril Abiteboul, que no han ayudado a la marca dentro del Gran Circo a cosechar los resultados esperados en estas cuatro temporadas. El francés fue el encargado de capitanear el proyecto en 2016, pero más que llevarlo a buen puerto parece que el equipo ha salido adelante a pesar de él (perdió el contrato de motores con Red Bull y Toro Rosso como clientes, se ha gastado grandes cantidades en pilotos e ingenieros que no han dado los resultados esperados, etcétera).

A este bajo rendimiento deportivo se suma a una grave crisis económica dentro del Grupo Renault. Ya antes de la pandemia la situación no pintaba bien para las arcas del grupo (3451 millones de beneficios en 2018 por solo 19 en 2019) y la crisis sanitaria actual solo acentuará el problema. La Fórmula 1 no es un campeonato precisamente barato y lo lógico y normal que la inversión en el equipo decreciera ante estos tiempos difícil, ¿Para qué invertir en algo que no reporta beneficios más allá de la gran exposición de Renault?

Es por ello, y una vez aclarado el contexto de los últimos años que Renault se enfrenta, que esta última pregunta gana más importancia dentro de los directivos y esto podría traducise en un dilema sobre quién será el acompañante de Esteban Ocon para 2021. En este punto pienso que entran cuestiones como qué hacer y a qué dirección quieren virar el barco para el próximo año.

Por un lado, pueden continuar con la estrategia de firmar a grandes nombres, como los rumoreados Fernando Alonso y Sebastian Vettel. A decir verdad, tiene cierto sentido a pesar de la delicada situación financiera de Renault. Tener esa punta de lanza ilustre que peleé por reverdecer el equipo (a pesar de que sería muy complicado) supondría un impulso para los intereses de la marca y justificaría la masiva inversión en Fórmula 1, especialmente en el caso de la vuelta del asturiano. Más allá del valor histórico del español dentro de la marca gala, Alonso es historia viva de la Fórmula 1 y tiene un poder mediático enorme. Incluso, Nico Hülkenberg sería un buen estandarte, a pesar de tener de carecer del palmarés en Fórmula 1 que presumen el germano y el español.

Por otro lado, ¿por qué no mirar a la cantera? De los tres equipos de la parrilla con Junior Team (hemos excluido a Mercedes ya que, aunque apoya a ciertos pilotos, el tamaño de su programa de jóvenes pilotos no se parece en nada, y por lo tanto no comparable, con los de Ferrari, Renault y Red Bull) los de Enstone son los que menos tajada han sacado de la cantera. La lanzaron en 2015 y más allá de algunas sesiones de entrenamientos libres y test con monoplazas antiguos, los pilotos de la Drivers Academy apenas han tenido oportunidades dentro del equipo oficial.

En defensa de Renault, los jóvenes de su equipo junior tampoco han logrado los resultados destacados en las categorías de formación, al menos hasta ahora. Tras varios años sin dar en la tecla con los Louis Delétraz, Sacha Fenestraz o Jack Aitken, el año pasado irrumpieron dos jóvenes ases dispuestos a dar de que hablar: Guanyu Zhou y Christian Lundgaard. El primero se incorporó al equipo junior el año pasado, tras una etapa con más sombras que luces en F3, y debutó en F2 con UNI-Virtuosi. Zhou impresionó a muchos y fue el mejor novato de la temporada y se subió al podio hasta en cinco ocasiones.

Por su parte, Lundgaard lleva desde 2017 escalando campeonatos a paso de gigante bajo el paraguas de Renault. Ganó la F4 española, luego fue subcampeón en la Fórmula Renault Eurocup y el año pasado terminó sexto en la F3. Para 2020 ha firmado para disputar en la Fórmula 2 con ART GP y sobre el papel es uno de los candidatos al título.

La inversión en cualquiera de estos dos pilotos saldría más rentable económicamente, pero Renault carecería de esa punta de lanza. Al fin al cabo, y aunque nos duela a muchos, Lundgaard y Zhou son desconocidos al aficionado medio y no tienen el mismo tirón mediático y el carisma que tienen Vettel o Alonso. Más bien pueden representar la imagen de un piloto que a base de trabajo, pasión y el apoyo de Renault han alcanzado la cima del automovilismo y, bajo mi punto de vista, podría ser otra razón para continuar en el Gran Circo.

Veremos qué decisión toma Luca de Meo (que asumirá la presidencia del Grupo Renault en julio tras su buen hacer en Seat) y como manejan desde la directiva este gigantesco reto. Si deciden quedarse en la Fórmula 1 será una noticia fabulosa pero después deberán enfrentarse ante esta dicotomía sobre quien será el nuevo piloto de la firma gala.