El 23 de octubre de 2011, el mundo del motociclismo perdió a una de sus estrellas más queridas y carismáticas: Marco Simoncelli. El italiano, conocido por su valentía y estilo de conducción agresivo, se encontraba en la segunda vuelta del Gran Premio de Malasia, disputado en el circuito de Sepang, cuando un terrible accidente acabó con su vida.
En plena batalla por las posiciones de cabeza, Simoncelli perdió el control de su Honda en la salida de la curva 11. A pesar de la caída, el piloto no soltó el manillar de su moto, lo que provocó que cruzara la pista de forma descontrolada hacia la derecha. En ese preciso momento, Colin Edwards y Valentino Rossi pasaban a gran velocidad. La Yamaha de Edwards golpeó fatalmente a Simoncelli en el cuello, mientras que Rossi, íntimo amigo del italiano, no pudo evitar arrollarlo. El impacto fue tan violento que el casco de Simoncelli salió despedido, dejándolo tendido en la pista sin moverse.
La carrera fue detenida de inmediato con bandera roja, mientras el #58 era trasladado al centro médico. Allí, los esfuerzos médicos fueron en vano. A las 16:56 hora local de Malasia (10:56 en España), Marco Simoncelli fue declarado muerto debido a los graves traumatismos en la cabeza, el cuello y el pecho.
El mundo del motociclismo quedó conmocionado por la pérdida de un piloto que no solo era talentoso, sino también querido por su gran carácter dentro y fuera de la pista. Trece años después, el recuerdo de 'SuperSic' sigue vivo en los corazones de los aficionados, amigos y compañeros. Un guerrero que dejó una huella imborrable en MotoGP y que es recordado cada día por todos aquellos que amaron su pasión por las carreras.