Adrian Newey no quiere perder ni un segundo desde su llegada a Aston Martin. Así lo ha revelado Pedro de la Rosa, embajador del equipo, que en el podcast DURALAVITA confesó: “Está trabajando… a ver, 24 horas al día no, porque duerme. Pero duerme muy poco, te lo puedo garantizar. Es alucinante”. Una frase que refleja el nivel de compromiso del ingeniero más exitoso de la Fórmula 1 moderna, ahora centrado en dar forma a un monoplaza que deberá nacer bajo el nuevo reglamento de 2026.
El fichaje de Newey, anunciado en marzo, ha disparado las expectativas en Silverstone. Su historial en cambios de normativa —donde siempre ha sabido encontrar soluciones innovadoras— es una de las principales bazas de Aston Martin. “Lo importante es que Adrian no ha venido porque quiera retirarse, ha venido porque ve futuro”, insistió De la Rosa, dejando claro que el británico no busca un retiro dorado, sino un nuevo desafío que le motive al máximo.
Según el propio De la Rosa, la presencia de Newey se siente en cada rincón de la fábrica: “Cualquier día que vayas a la sede, a cualquier hora, miras y está en la oficina. Te puedo decir las dos de la mañana y sigue allí”. Su método de trabajo no solo es garantía de progreso técnico, sino también una fuente de inspiración para ingenieros, mecánicos y pilotos, que ven en él una referencia y una motivación extra para exprimir sus capacidades.
Más allá de su genialidad, lo que más ilusiona al equipo es la visión de futuro que aporta. Newey cree en la materia prima de Aston Martin: las fuertes inversiones de Lawrence Stroll, el nuevo túnel de viento y los avances en simulación CFD son la base de un proyecto que, aunque tardará en dar frutos, promete situar a la escudería en la lucha por el título en la nueva era de la F1. “El movimiento, andando”, resumió De la Rosa, convencido de que 2026 puede marcar un antes y un después.
El “efecto Newey” ya se deja notar. No se trata de un golpe publicitario, sino de un impulso real de trabajo, creatividad y ambición. Cada visita del diseñador a la fábrica eleva el nivel de exigencia y alimenta la confianza del equipo en que Aston Martin puede pasar de aspirante a contendiente. Con el británico liderando el desarrollo, la escudería verde afronta el futuro con la ilusión de pelear, por fin, por lo más alto.