Carlos Sainz fue, sin duda, el hombre más feliz al caer la bandera a cuadros del Gran Premio de Azerbaiyán 2025. El madrileño no saludó al público ni buscó las cámaras: corrió directo hacia su equipo y se lanzó en plancha sobre los mecánicos de Williams, en una celebración cargada de emoción. No era para menos: se trataba de su primer podio con la escudería británica y el primero para el equipo desde Spa 2021, una recompensa a meses de trabajo y adaptación.
El podio de Bakú también supone el final de una racha amarga para Sainz. Tras un inicio de temporada complicado, marcado por problemas de fiabilidad y un difícil proceso de adaptación al Williams, el español logró defender con uñas y dientes un tercer puesto peleadísimo. La imagen de Carlos, eufórico y rodeado de su equipo, simboliza una reivindicación personal y profesional, demostrando que su fichaje por Grove fue un acierto.
La carrera no fue sencilla. Sainz mantuvo durante buena parte de la prueba el segundo lugar, pero una parada en boxes milimétrica de Mercedes permitió a George Russell ejecutar un overcut decisivo. El británico salió de su pit stop apenas unas décimas por delante, y aunque el español intentó responder, la diferencia de neumáticos —duros para Carlos, blandos para Russell— inclinó la balanza. Aun así, Sainz se mantuvo firme ante el empuje final de Andrea Kimi Antonelli, conteniendo a la joven promesa de Mercedes sin ceder el DRS.
El contraste con otros pilotos de renombre hace aún más valioso este resultado. Lewis Hamilton, por ejemplo, continúa sin podios en Grandes Premios desde su llegada a Ferrari, mientras que Sainz ha logrado antes un trofeo con un Williams teóricamente menos competitivo. Ambos comparten, curiosamente, un mismo obstáculo técnico: la compleja adaptación a la diferencia de freno motor entre las unidades de potencia Mercedes y Ferrari.
Para Williams, este podio significa mucho más que un resultado aislado. Tras cuatro años de sequía, la escudería británica vuelve a saborear la gloria y confirma que es la referencia del grupo perseguidor. James Vowles, jefe del equipo, no ocultó su satisfacción al ver a Sainz cruzar la meta: la paciencia depositada en el madrileño ha dado frutos.