Lo que parecía una temporada sólida para Williams se ha transformado en una preocupante cuesta abajo. Desde el Gran Premio de Mónaco, el equipo británico apenas ha sumado ocho puntos, la cifra más baja de toda la parrilla en ese tramo. Un contraste notable para una estructura que, hasta Imola, dominaba con autoridad la zona media del campeonato y tenía prácticamente asegurado el quinto lugar entre los constructores.
Las últimas cinco carreras han evidenciado el cambio de rumbo: errores estratégicos, fallos mecánicos y una ejecución muy irregular. Solo en Canadá y Gran Bretaña lograron puntuar, pese a que en varias citas parecía haber potencial para más. Además, han sufrido cuatro abandonos, incluyendo uno antes incluso de tomar la salida. Entre sobrecalentamientos y accidentes, el equipo de Grove ha visto cómo sus rivales directos han recortado toda la ventaja.
La fiabilidad del FW47 se ha convertido en un lastre. Aunque el coche nació como uno de los más versátiles de la zona media, la falta de desarrollo y las dificultades con la gestión de temperaturas lo están dejando atrás. Alex Albon ha sido el principal damnificado: ha tenido que reducir ritmo o abandonar en varias ocasiones por problemas de refrigeración, mientras que Carlos Sainz aún lucha por adaptarse a un monoplaza con un comportamiento complejo.
En Silverstone, a pesar del frío, los problemas no desaparecieron. El equipo dedicó buena parte de los entrenamientos libres a pruebas para entender el sistema de refrigeración, pero las soluciones no han llegado. Albon avisó tras la carrera que se esperan algunas actualizaciones para corregir estas carencias, aunque el temor en el equipo es que lleguen demasiado tarde frente al avance de estructuras como Sauber, Racing Bulls o Aston Martin.
Williams fue de los primeros en centrar sus esfuerzos en 2026, y puede que a largo plazo la apuesta funcione. Pero en el presente, el FW47 parece haber quedado obsoleto en plena temporada. La lucha por el quinto puesto en constructores se ha convertido en una amenaza real, y con circuitos calurosos en el horizonte, el equipo necesita una reacción inmediata para no perderlo todo por el camino.