Desde que dio el salto a Fórmula 1, el piloto danés nunca ha tenido a su disposición un monoplaza capaz de pelear por el campeonato y tampoco por podios de manera constante. Aunque haya pasado por equipos como McLaren, Renault o Haas, ninguno de estos había desarrollado un coche que luchara contra los más grandes de la parrilla.
Su mejor resultado lo había conseguido junto a la escudería norteamericana en 2018, cuando lograron el quinto puesto en constructores. Con el paso de los años, Magnussen se ha dado cuenta que ganar un título de F1, su sueño de niño, era imposible. Pero esto no quiere decir que no se deje la piel en la pista, solo que ahora tiene sus propios objetivos.
"La presión más grande son mis propias expectativas. Cuando era niño, pensaba que la F1 lo era todo en la vida y estar en lo más alto del deporte. Pensaba que convertirse en campeón del mundo de F1 era el logro definitivo en la vida, ahora me he dado cuenta que no es el caso. Cuando tenía esa mentalidad, temía que no experimentara la felicidad si no triunfaba en el deporte, eso te causa mucha presión. Por supuesto, aún tengo grandes expectativas de mí mismo y grandes ambiciones, pero ahora es diferente", concluye el danés en palabras para la versión neerlandesa de Motorsport.