La normativa de 2026 traerá consigo motores térmicos más sencillos y una mayor dependencia del sistema híbrido, pero también abrirá la puerta a una feroz batalla tecnológica en torno a los combustibles sintéticos. Estos deberán ser sostenibles, no derivados del petróleo, y podrían convertirse en un factor decisivo en las diferencias de rendimiento entre equipos. Adrian Newey, referente del diseño en la Fórmula 1, ha señalado que esta nueva era plantea retos y oportunidades únicos.
Uno de los aspectos más destacados será el impacto del combustible en el rendimiento del motor térmico. Se estima que las diferencias entre combustibles podrían aportar entre 15 y 30 caballos adicionales, una cifra significativa en un motor de 600 caballos. Para lograrlo, los combustibles incluirán aditivos avanzados y moléculas complejas, cuyo coste podría alcanzar los 200 euros por litro. Esto representa un gasto estimado de un millón de euros por coche y temporada, una carga que no todos los equipos podrán soportar con facilidad.
Además, la integración del sistema híbrido jugará un papel crucial. Mientras que el motor térmico se simplificará, el énfasis estará en la eficiencia eléctrica y la recuperación de energía. Newey subraya que la clave será encontrar un equilibrio entre sostenibilidad y competitividad, un desafío que pondrá a prueba la creatividad de los ingenieros en una Fórmula 1 cada vez más tecnológica.
Esta nueva "guerra de las gasolinas" recuerda las intensas disputas de la era del turbo, donde los equipos buscaban maximizar cada gota de combustible. Ahora, con las nuevas regulaciones, se espera que la Fórmula 1 no solo avance en sostenibilidad, sino que también marque el camino hacia el futuro de la industria automotriz, enfrentando los retos económicos y técnicos que definirán la competición.