En un podio de Formula 1 se han visto muchas cosas, y los espectadores habituales están acostumbrados a casi todo. Pero lo de este fin de semana ha dejado boquiabierto a más de uno, no por su espectacularidad ni extravagancia, sino por su simpleza y lo poco llamativo respecto a lo que la ocasión meritaba.
Se entregó al Ganador Charles Leclerc una copa alargada, y a Carlos Sainz y Max Verstappen, segundo y tercero respectivamente, la misma réplica de neumático en miniatura que al ganador de cualquier pole position de la temporada.
Este aspecto no dejó indiferente a nadie, incluso los propios pilotos en el momento de recibir sus trofeos pusieron cara de sorpresa y demostraron con sus expresiones su decepción con el premio otorgado.
¿Pero de verdad ese era el premio que tenía que ser? La respuesta es no. La F1 encargó a el diseñador italiano Matteo Macchiavelli unos diseños rompedores con orejas a más puro estilo ‘Mickey Mouse’. Pero resulto ser que la forma final de estos tenía un parecido altísimamente similar al de esculturas y objetos de una marca llamada Bearbrick.
Así que la organización se vio obligada a buscar una solución de última hora para evitar meterse en conflictos y disputas legales con la marca mencionada en cuestión.