El gigante italiano Dallara se ha convertido paulatinamente en el mayor fabricante de chasis de carreras, con una cuota de mercado que roza el monopolio. Indycar, Super Formula japonesa, GP2, GP3, Indylights, Formula 3.5, Formula E, Formula 3… Dallara es dueño y señor de absolutamente todas las teloneras de la Formula 1, siendo indispensable hacer negocios con ellos si quieres avanzar en tu carrera como piloto.
Sin embargo, a Dallara no le gusta la competencia y rara vez entra en campeonatos con lucha de chasis, aunque la tendencia natural a pensar que la monomarca abarata los costes les ha allanado el terreno, si bien en el pasado guardan episodios polémicos como el ofrecer material a precio de coste a los equipos de la competencia con tal de aniquilarlos y quedarse como constructores únicos.
Con poca publicidad, pues no la necesitan, Dallara es a día de hoy uno de los pilares básicos del Motorsport. Su How-Know avasalla a la mayoría de departamentos de competición, por lo que es habitual que hasta los mayores constructores encarguen trabajos totales o parciales a Dallara, de los que algunos nunca se llegan a conocer. Otros, como la construcción de varios chasis para los LMP1 de Audi o el encargo de monoplazas de F1 por parte del extinto Hispania F1 si se han acabado haciendo públicos, haciéndose evidente la capacidad del fabricante, cuyos precios son conocidos por no ser precisamente populares. Dallara también ha trabajado en los últimos años en Supersimuladores, los cuales han tomado cierta importancia en el desarrollo de sus vehículos.
Únicamente las categorías más básicas han escapado del dominio de Dallara, donde constructores como Tatuus o Mygale conservan cierta cuota de mercado. Campeonatos como Formula Ford, Formula Renault 1.6 y 2.0 o las recientes F4 han escapado al control de Dallara, si bien es cierto que hace años ya intentó copar esta cuota de mercado.
Para ello, Dallara creó una familia de chasis conocida como Formulino destinada a ocupar, de forma escalonada los primeros pasos de los pilotos en los monoplazas. El más básico de ellos fue sin duda su mayor fracaso. En 2008, Dallara dio a conocer la familia Dallara Formulino. El Dallara Formulino Basic era un monoplaza superligero sin alerones, toda una continuación de los clásicos Formula Ford. Sin embargo, los apenas 5.000€ de diferencia entre la versión básica y la Plus hundieron al vehículo, que pese a ser expuesto por todas partes no llegó a competir.
El siguiente en la escalera fue el Dallara Formulino Plus, el cual podría decirse que fue el más exitoso de esta familia, si bien solo tuvo aceptación en un único campeonato, el ADAC Formel Masters. Con un mantenimiento básico y un motor VW 1.6 TSI totalmente de serie y gracias a su precio de 43.500€ fue el monoplaza de iniciación para un notable número de talentos hasta que en 2015 fueron sustituidos por los actuales Formula 4.
Para completar el hueco, si es que lo hay, entre el Formulino Plus y la F3, Dallara creó el Formulino Pro, de mayor tamaño que el plus y un motor de 260cv, en contraste con los apenas 145cv que comenzó desarrollando el plus. El mayor tamaño y mayor potencia se vio traducido en un mayor precio, elevándose hasta los 65.000€ en un coche que no evidenciaba ser muy superior a un Formula Renault 2.0. En esta ocasión, Dallara si consiguió colocar los vehículos, aunque a un campeonato que no ha gozado de gran éxito ni estabilidad en su formato, la MRF Challenge.
Aunque la MRF Challenge intenta subsistir abarcando nuevos países y combinando distintos formatos, realmente se podría decir que los Formulino murieron el día que el ADAC decidió cambiarlos por Formula 4, y siendo este el único pequeño éxito del fallido intento de Dallara por acaparar las Formulas más básicos con los Formulino, que apenas calaron en los campeonatos a pesar del Tour mundial que realizó Dallara exponiéndolos. Una pequeña espina clavada para el superconstructor que sin embargo no parece importarle, pues no va a entrar en guerra con las F4 actuales además de eliminar el proyecto LMP3. Si sestará sin embargo en LMP2, donde la restricción de constructores le garantiza una cuota de ventas.