El pasado viernes 11 de abril, en los prolegómenos del Gran Premio de Bahréin de F1, se anunciaba a Barilla como nuevo socio oficial. Sí, Barilla, la marca internacional de pasta, poniendo pasta en la categoría reina... otra vez. Puesto que el apellido Barilla ya estuvo, literalmente, en la parrilla de la categoría reina.
Y es que no hay que olvidar que, en la década de los 80, Paolo Barilla compitió en carreras de Sport Prototipos en la era del Grupo C, llegando a ganar las 24 Horas de Le Mans en 1985 con el Porsche 956B de Joest Racing (frente a las unidades oficiales junto a Klaus Ludwig y Louis Krages. Venía de correr en monoplazas, habiendo disputado carreras de Fórmula 2 con Minardi entre 1981 y 1983, y tras su victoria en Le Mans trató de volver al camino de la Fórmula 1, corriendo en la Fórmula 3000 además de mantenerse en Sport Prototipos con Toyota, pilotando los 88C y 89C-V del Team Tom's.
Su oportunidad llegaría a mediados de 1989, cuando gracias a la pasta que tenía como aporte (económico, aparte de nutritivo) debutaría en Fórmula 1 en el Gran Premio de Japón de 1989 en una Minardi que claramente mostraba signos de mejoría, habiendo logrado sus primeros puntos aquel año y saliendo del 'pozo' de equipos de pre-clasificación. Barilla disputaría la temporada 1990, aunque sin lograr un solo punto ni con el Minardi M189 ni con el M190 introducido a partir de San Marino, ambos utilizando el motor Ford-Cosworth DFR.
Tras su paso por la F1, Barilla se centraría en el negocio familiar, llegando a ser CEO de la compañía. A sus 63 años continúa ligado a la empresa y sigue siendo un alto directivo de la misma. Eso sí, esta alianza de Barilla con la F1 tiene poco que ver con el pasado carrerístico de Paolo: se trata de un 'product placement' en toda regla, aprovechando el F1 Paddock Club y los restaurantes italianos situados en el paddock de las carreras del Gran Circo, con la gran oportunidad comercial que ello conlleva.
Ya sea de una manera o de otra, esto implica volver a ver a Paolo en un ambiente de carreras, siendo todo un ganador de las 24 Horas de Le Mans si bien su carrera, como la de otros muchos buenos y grandes pilotos de resistencia, no despuntase en la categoría reina en aquellos años. Esto, ya en sí, se puede considerar... plato de buen gusto.