Ferrari afrontaba el Gran Premio de Australia con grandes expectativas tras una pretemporada prometedora, pero la clasificación ha supuesto un duro golpe. Charles Leclerc y Lewis Hamilton no lograron estar en la lucha por las primeras filas y se vieron atrasados a la cuarta línea de la parrilla. Su rendimiento quedó por debajo de McLaren, Red Bull, Mercedes, e incluso de un Williams y un Racing Bulls.
El rendimiento de la Scuderia fue cayendo sesión tras sesión. Aunque en la Q1 aún se mantenían en posiciones competitivas, en la Q3 sus tiempos no fueron suficientes para batir a rivales que, a priori, parecían inferiores. Leclerc se quedó a seis décimas de la pole de Lando Norris, mientras que Hamilton cedió casi nueve décimas, una diferencia preocupante en un circuito de tiempos tan ajustados.
Las dudas sobre Ferrari crecen. Queda por ver si su flojo rendimiento se debe a un ajuste extremo del coche para condiciones de lluvia o si, realmente, han dado un paso atrás respecto a sus rivales. La previsión meteorológica indica que podría llover en la carrera, lo que daría una oportunidad de remontada a la escudería italiana. En Maranello esperan que las condiciones cambien su suerte y que, al menos, logren imponerse a los sorprendentes Tsunoda y Albon.
Lo ocurrido en Melbourne deja incógnitas abiertas. Ferrari parecía un contendiente sólido al subcampeonato en pretemporada, pero su ritmo real en clasificación ha despertado dudas. La carrera será la primera gran prueba para determinar si su rendimiento ha sido solo un bache puntual o si deben preocuparse por el resto de la temporada.