Red Bull ha hecho oficial un movimiento que llevaba semanas cocinándose: Isack Hadjar será el nuevo compañero de Max Verstappen a partir de la temporada 2026. El francés, que ha completado un primer año brillante con Racing Bulls, toma el relevo de un Yuki Tsunoda cuya irregularidad ha terminado siendo determinante. Con más de 50 puntos y un podio en su campaña de debut, Hadjar ha convencido al equipo de que está preparado para dar el salto definitivo.
La comparación interna ha sido evidente durante todo 2025. Mientras Hadjar ha destacado por su consistencia, velocidad y solidez bajo presión, Tsunoda ha atravesado un curso plagado de errores, fines de semana grises y dificultades para adaptarse a las evoluciones del RB. El rendimiento del francés ha acabado pesando más que la experiencia del japonés, que no ha logrado asentarse como un escudero fiable en un equipo con ambiciones de título.
El ascenso de Hadjar llega, además, en un contexto técnico decisivo. La F1 estrenará en 2026 una normativa completamente renovada y Red Bull afrontará su primera temporada con los nuevos motores desarrollados en asociación con Ford. Ambos pilotos arrancarán desde una base desconocida, sin inercias de rendimiento previas, lo que abre una ventana real para que el galo reduzca la distancia con Verstappen en el arranque del ciclo reglamentario.
Para Hadjar, el desafío es enorme. Tendrá que integrarse en la estructura más exigente de la parrilla, aprender del tetracampeón del mundo y demostrar que su talento natural puede traducirse en resultados incluso con la presión de luchar por podios y victorias. La igualdad técnica del nuevo reglamento podría jugar a su favor y permitirle mostrar desde el principio si está capacitado para ser algo más que un segundo piloto.
Con este movimiento, Red Bull refuerza su apuesta por la juventud y la renovación. El equipo inicia 2026 con una dupla que mezcla experiencia, velocidad y ambición, y que deberá defender el estatus de referencia en un campeonato que se prevé más ajustado que nunca. Hadjar llega con hambre; Verstappen, con la obligación de seguir ganando. Milton Keynes, con la necesidad de que esta combinación funcione.

