Max Verstappen partirá mañana desde la primera línea del Gran Premio de Las Vegas, una posición clave para seguir con vida en la pelea por el título. El piloto de Red Bull firmó una clasificación complicada, marcada por la lluvia y por la falta de agarre, pero aun así logró limitar daños y colocarse justo detrás de Lando Norris, su gran rival en el campeonato.
La aparición sorpresa del agua abrió una ventana inesperada para Verstappen, que intentó exprimir al máximo unas condiciones en las que los grandes campeones suelen marcar diferencias. Sin embargo, el tricampeón reconoció que no llegó a sentirse cómodo en ningún momento, especialmente con los neumáticos de lluvia extrema, antes de montar intermedios en una pista que evolucionaba con rapidez.
En su último intento, Verstappen arriesgó más que nadie, aunque acabó quedándose a tres décimas del McLaren de Norris, autor de una Pole impecable. El holandés destacó lo difícil que fue encontrar referencias de frenada y gestionar el límite del neumático en una pista deslizante tanto en seco como en mojado. Aun así, consideró positivo haber asegurado la primera línea pese a no tener coche para luchar por el primer puesto.
De cara a la salida, Verstappen centra sus esperanzas en poder lanzarse a por Norris desde el interior, una zona que espera que mantenga un agarre razonable. Red Bull no ha mostrado el ritmo ideal en Las Vegas, pero el neerlandés ya ganó aquí saliendo segundo en 2023 y confía en repetir la fórmula para obligar al británico a no escaparse en aire limpio.
La situación en el campeonato sigue siendo crítica para Verstappen: necesita ganar para reducir la ventaja de Norris y llegar a Catar con margen real de maniobra. Incluso un segundo puesto mantendría vivas sus opciones matemáticas, pero lo dejaría al borde del abismo. Por eso, en Red Bull saben que mañana no basta con resistir: toca atacar.