El piloto canadiense afrontó las cuatro curvas del mítico óvalo con una extraordinaria limpieza, consiguiendo puntas de casi 240 millas por hora, casi 390 kilómetros por hora para acabar con una velocidad promedio de 230,760 millas por hora o 371 kilómetros por hora. Un emocionado James Hinchcliffe llegó a boxes donde su equipo le ovacionó ante la atenta mirada de un aún más emocionado Sam Schmidt, patrón del equipo.